Arturo Michelena

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Fue un pintor del siglo XIX nacido en Valencia – Venezuela, el 16 de junio de 1863.

Francisco Arturo Michelena Castillo, era hijo de Juan Antonio Michelena (1832 – 1918), también pintor, y de Socorro Castillo, hija de Pedro Castillo (1785 – 1858), retratista y autor de los murales de la casa de José Antonio Páez en Valencia. Así que tenía la pintura en su herencia y estuvo en contacto con ella desde muy niño.

Como había mostrado desde pequeño una gran habilidad para la pintura, logró una beca para irse a estudiar a París. Allí se destacó rápidamente y se convirtió en el primer pintor venezolano en tener éxito en el exterior, y uno de los más importantes pintores de la Venezuela del siglo XIX.

Cuando apenas tenía 11 años realiza los dibujos para ilustrar el libro «Costumbres Venezolanas», de Francisco de Sales Pérez y éste se convierte en su protector y le gestiona la beca para irse a París. Pero estando allá y lego de haber cosechado varios éxitos se la suspenden y se ve así forzado a regresar pronto a Venezuela. Pero su primer éxito en París hace que comience a ser reconocido como un pintor importante. Este fue el cuadro «El Niño Enfermo», presentado en El Salón de los Artistas Franceses en 1887 y con el cual recibió el premio de Medalla de Oro, el más grande que se había dado hasta entonces a un artista extranjero.

Cuando regresó a Venezuela fundó una Escuela de Arte en Valencia y más tarde regresó a París, donde expuso otras obras, pero como se sentía muy enfermo, tuvo que regresar a Venezuela y muere de la enfermedad de los románticos, tuberculosis, el 29 de julio de 1898, cuando sólo tenía 35 años.

Sus obras son muchas y las más conocidas se encuentran en diferentes museos de Venezuela y otros países. Además de El Niño Enfermo, destacan su Miranda en la Carraca, Retrato de Bolívar a Caballo, La Vara Rota y Carlota Corday Camino al Cadalzo. Son ejemplos maravillosos de la pintura universal de la época del romanticismo.

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Curiosidades de Arturo Michelena

  • Cuando Arturo Michelena era un niño que estudiaba primaria, su maestro lo mandó a hacer un trabajo y él en una esquina del papel donde estaba esa asignación, dibujó una mosca. Se dice que era tal la perfección del dibujo, que el maestro sacudió varias veces la hoja de papel para espantar la mosca
  • El cuadro El Niño Enfermo que ha llegado a nosotros parece ser un boceto más pequeño, pero impecablemente acabado, de la obra original. Esa obra ha vivido un periplo muy interesante. Por ser considerada una obra importante, fue adquirida por Astors de Nueva York a finales del siglo XIX. Luego fue comprada por Bayley, el dueño del circo famoso, pero a la muerte de éste fue guardada y estuvo fuera de la vista el público por más de 60 años. Pero más tarde, en el año 2004 la casa de subastas Sotheby’s vendió esta pieza de arte por 1.350.000 dólares, un verdadero récord para una obra de arte latinoamericana.
  • El cuadro Miranda en la Carraca (una prisión española) fue una de sus últimas obras y la hizo en Caracas ya estando muy enfermo. Se dice que Michelena construyó el rostro de Miranda que ha permanecido en la imaginación del venezolano. Pero ese rostro pertenece al escritor Eduardo Blanco, el autor del libro Venezuela Heroica, quien era amigo del pintor.
  • Este cuadro, que está actualmente en la Galería de Arte Nacional, en Caracas, fue adquirido por la Nación a un costo de 40.000 bolívares en 1896. Es un cuadro impresionante y conmovedor, que todo venezolano debería admirar alguna vez.
  • Un boceto pequeño de este cuadro estuvo el siglo pasado en la casa de un conocido artista y mecenas valenciano, hasta que unos asaltantes entraron un día y se lo llevaron, tal vez sin conocer el verdadero valor histórico de lo que se estaban llevando.
  • El pintor Pedro Castillo fue abuelo de Arturo Michelena. Durante el tiempo que José Antonio Páez vivió en su casa en Valencia, ahora conocida también como el Museo Páez o la Casa de Páez, éste contrató a Castillo para que pintara en las paredes de la casa las principales batallas donde Páez había actuado. Estas pinturas tienen un enorme valor histórico debido a que el propio Páez iba narrando cómo se desarrolló cada batalla. Pero estos murales estuvieron a punto de perderse a mediados del siglo XX, cuando funcionó allí un cuartel de policía y se clavaron algunos clavos en las paredes para colgar los uniformes y armas de los policías.

Autor entrada: nachoweb